La música infinita de Fito

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De vez en cuando está bueno romper con lo establecido. Más si quien se aventura a tal periplo es un músico con la espalda suficiente para bancársela, como en este caso Fito Páez. ¿Un concierto sin “Un vestido y un amor”, ni “Circo Beat” ni “Al lado del camino”? Sí. La excusa era festejar los treinta años de la edición de Giros, su segundo –y espectacular- disco solista en el Teatro Gran Rex. La excusa fue eso, solo una excusa, porque el concepto del espectáculo no quedó reducido a aquel emblemático álbum, sino que le permitió a Páez explorar su catálogo más antiguo (1984-1990), que contiene muchos de los grandes himnos que él le regaló al rock argentino.

El comienzo fue “a cara lavada”, con Fito saliendo a escena con las luces aún prendidas. Emocionado y hasta incrédulo del tiempo pasado, agradeció al público por su apoyo durante todos estos años e invitó para la primera canción a los músicos que grabaron Giros en 1985. Así, aparecieron de a uno el bajista Paul Dourge, el guitarrista Fabián Gallardo y Tweety González, tecladista y coproductor de la placa. El concierto fue dedicado a Daniel ‘Tuerto’ Wirzt, baterista  original, que falleció en 2008. Con Gastón Barenberg tras los parches, la canción que da nombre al disco inició un viaje en el tiempo que duraría algo más de dos horas.

Respetando el orden del disco, la segunda canción fue “Taquicardia”, y allí tomaron el escenario los músicos que acompañan a Páez en la actualidad: Diego Olivero en guitarra y coros; Juan Absatz en teclados, guitarras y coros; Carlos Vandera en guitarras y coros; Mariano Otero en bajo. También Fabiana Cantilo, invitada y musa, aportaría coros en varias canciones.

Pablo Rodríguez, saxofonista de Los Auténticos Decadentes, replicó a la perfección el solo final de “Alguna vez voy a ser libre”, justo antes de que “11 y 6” convirtiera al Rex en un mar de celulares que intentaban registrar en video el clima que se vivía. Fabiana Cantilo subió al escenario justo antes de “Yo vengo a ofrecer mi corazón”, para engalanar el que fue uno de los momentos más emocionantes de la noche.

Después de “Narciso y Quasimodo” llegó la célebre “Cable a tierra”. “Decían que era para Charly García, pero no. Decían que era para Fabi Cantilo, pero tampoco. Era para todos”, aclaró Páez sobre la canción que reza “si ya metiste demasiado en tu nariz…”. Fito dedicó “Decisiones apresuradas” -basada en los excesos de toda índole del militar Leopoldo Galtieri, que decantaron en la guerra de Malvinas- a los jóvenes que fueron a pelear en aquel enfrentamiento. “D.L.G” coronó el recorrido por el álbum, y otra vez la Cantilo subió a escena para cantar junto a Fito.

Hasta aquí lo esperado: las canciones en el orden original, mismos arreglos, en algunos casos mismos músicos e interpretaciones bien apegadas a las registradas en Estudios Moebio hace tres décadas.

Luego de gritar “¡Gracias a la vida que me ha dado tanto!”, Páez comenzó un recorrido cronológico por su catálogo con un breve fragmento de “Del ‘63”, siguiendo con “Tres agujas” y “Canción sobre canción”. También tocó “Nunca podrán sacarme mi amor”, del maxi Corazón clandestino, de 1986. Del mismo año es La La La, disco a dúo con Luis Alberto Spinetta, del cual interpretó “Folis Verghet” -con un coda de “Fanky”, himno de Charly García-, “Instat-táneas” y la única composición que lleva la firma Spinetta-Páez: “Hay otra canción”. “A veces, cuando me emborracho y vuelvo de madrugada a mi casa, lo veo a Luis Alberto. Y me doy cuenta de cuanto lo extraño. ¡Te extrañamos, Luis!”, se emocionó Fito.

Entre “De 1920” y “Gente sin swing”, sonó “A las piedras de Belén”, con Fito tocando los timbales. De Ey! (1988) “Lejos en Berlín”, “Dame un talismán” y “Polaroid de locura ordinaria”, basada en un relato de Charles Bukowski. “En ningún lugar del mundo cantan esta canción como acá. Háganse cargo”, elogió el rosarino. Las dos última fueron de Tercer mundo, el disco de 1990 que significó una especie de resurrección en la carrera de Páez. “Fue amor”, canción por y para Fabiana Cantilo, tuvo su dedicatoria correspondiente. “Y dale alegría a mi corazón” fue el falso final del concierto pero sí el verdadero final del concepto, ya que en los bises hubo temas más actuales como “El diablo de tu corazón”, “A rodar mi vida” y “Mariposa tecknicolor”.

La excusa fue el aniversario número 30 de su segundo disco, pero conciertos como estos sirven para recordar que -parafraseando un tema de Giros-, Fito nos ha regalado una música infinita.

 

By Agustín Piermattei

Fotografía gentileza de Diego Quiroga

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