El clima era festivo. Las miles de almas que se apostaban en el recinto no daban más de la ansiedad y la aparición de Helker para calentar motores ayudó a que la espera se volviera, al menos, más apacible, mientras y las fatídicas 21 horas estaban llegando… Acá, en Música Sin Comprimir, vas a vivir lo que fue la segunda noche de Megadeth en el Estadio Luna Park.
Los cantitos no cesaban. Ya sea el “Vamos Megadeth” o el “Es un sentimiento”, el público demostraba una vez más el afecto hacia la mítica agrupación nacida allá en 1983. Hasta que poco pasadas las 21, las luces se apagaron. Los gritos se volvieron ensordecedores y una pantalla gigante en el centro del escenario mostraba las primeras animaciones de la noche, y comenzaba a sonar “Prince Of Darkness”, al mismo tiempo que la marea de gente movía a los incautos aquí y allá, hasta que en un flash, “Hangar 18” comenzó a sonar, y Dave Mustaine salía de las tinieblas junto con un Megadeth modelo 2016 compuesto por Dirk Verbeuren, David Ellefson y Kiko Loureiro, y el primer gran pogo de la noche comenzó a romper una enorme cantidad de huesos. Al colo se lo vio concentrado, fino y preciso, pero también fresco, renovado y alegre por estar nuevamente en su casa.
Sin respiro, comenzó “The Threat Is Real”, perteneciente a Dystopia, último trabajo de la banda, el cual ha sido muy aclamado y cosechó muchísimas críticas positivas, llegando a comparárselo con trabajos de la talla de Countdown To Extinction. Si bien es verdad que los de Dystopia no fueron los temas más cantados, ya hay varios tracks del disco que se van perfilando como futuros himnos de la banda, como el mismo “Dystopia”, “Fatal Illusion” e inclusive “Post American World”. Por supuesto, esta última placa no fue la única protagonista de la noche. Los clásicos nunca faltan en un show de Megadeth, y joyitas como “Sweating Bullets”, “Tornado Of Souls”, “Trust” y “A Tout Le Monde”, entre muchísimas otras, sonaron tan potentes y cargadas de emoción como siempre, junto con algunos tracks sacados casi directamente del arcón como “Rattlehead”, perteneciente al gran Killing Is My Business…and Business Is Good! Un verdadero lujo.
La química entre Dave y el público argentino es un fenómeno que ya lleva varios años, y que con cada visita de la banda al país parece fortalecerse más y más. Este año demostró su amor abajo del escenario con pequeños grandes gestos como el acústico frente al hotel donde se hospedaba la banda, además de una firma de discos y banderas de la banda. Ya en el Luna, no dejó de aplaudir al público, al mismo tiempo que observaba satisfecho las decenas de cantitos que seguían sonando con la misma fuerza que al principio. Aprovechó para desear que todos los fanáticos en el mundo pudieran estar, al menos una vez, todos juntos para disfrutar de esta fiesta, para agradecer a todos en un castellano casi perfecto o con un “Ustedes son increíbles”, o mismo al país que nuevamente lo recibió con un “This is my town!” (“esta es mi ciudad!”). Cuando ya faltaban los últimos temas de la noche, algo curioso sucedió: alguien tiró un juego de llaves al escenario, el cual Dave agarró y, mientras jugaba con él, bromeó diciendo que las llaves eran porque “esta es su casa”.
Como mencionamos anteriormente, no solo los rulos más pelirrojos del thrash metal se llevaron gran parte del protagonismo: Kiko no paró de recibir ovaciones durante sus solos e intros, como durante “Poisonous Shadows”, así como Dirk tuvo sus merecidos aplausos luego de algunos solos demostrando toda su habilidad, e inclusive Ellefson tuvo oportunidad de agarrar el micrófono y agitar a las miles de almas que no dejaron de gozar durante más de hora y media. Inclusive Vic Rattlehead, la mítica mascota de la banda, tuvo su momento de protagonismo y aprovechó para pasearse por el escenario y molestar un poco a Kiko. El público recibió de la mejor manera a los nuevos integrantes, y Megadeth agradeció mostrándose con muy buena salud.
Pero así como hubo momento para la alegría, el desenfreno y el headbang, también hubo tiempo para emocionarse, aunque sea un poquito. En uno de los tantos intervalos entre tema y tema que tuvo el show, Dave dejó entrever que la agrupación no volverá a la Argentina durante un largo tiempo, dejando atónito a gran parte del recinto. Pero lo que realmente hizo emocionar a todos, fue la frase que soltó también casi al finalizar el show:
“No importa a dónde iremos más adelante…nunca los voy a olvidar”
(“It doesn’t fucking matter where we go next…I will never forget you”)
Con estas frases, estos gestos y este gran show, ¿qué le faltaba a esta fiesta para que sea completa? Por supuesto, faltaban tres de los más grandes clásicos de Megadeth, el primero con el sello que caracteriza al público argentino: “Symphony of Destruction”, acompañado del “aguante Megadeth” que ha trascendido todas las fronteras posibles. Y si no lo crees, mirá este video:
El segundo, le da parte del título al segundo disco de la banda, lanzado en 1986: “Peace Sells”. ¿El último? Un clásico a la hora de los cierres de shows: “Holy Wars…The Punishment Due” y con este, el fin de un show con todos los condimentos necesarios para ser caratulado como épico, mientras los fanáticos esperarán, ansiosos, una nueva venida de Dave Mustaine y compañía.
by Lucas Boltrino
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