Con dos horas y media de show y canciones de prácticamente todos sus discos, la presentación del nuevo álbum de Bon Jovi revalidó el idilio con el público local y confirma que la banda está de regreso y «no se rinde».
Bon Jovi volvió a Buenos Aires, un día antes antes de su presentación en el Rock In Rio 2017 y luego de su show del jueves 14 ante 40mil espectadores, en el estadio Estadio Monumental de Chile. Este espectáculo del sábado 16 en el Estadio Vélez marcó el regreso de los New Jersey a los escenarios porteños, la sexta presentación en 27 años.
Luego del Derby Rock de febrero de 1990, las presentaciones de 1993 (presentación de Keep The Faith) y 1995 (These Days Tour) y la larga espera hasta los dos shows de 2010 en River y 2013 también en el Amalfitani, el ex pelilargo volvió para contentar a varias generaciones de fanáticos: los seguidores de la primera hora hoy rondan los 50 y estaban presentes con sus hijos de 20. En el medio de esa brecha, las mas variopinta combinación de genero y edades para acompañar la presentación oficial de la nueva placa de estudio, la número catorce como banda y la primera tras la salida de Richie Sambora .
Airbag, como lo hizo el año pasado con Guns N’ Roses en River Plate, fue el encargado de telonear el show y ser «el aguante» desde pasadas las 20 con su dosis de hard rock local para amenizar la lenta espera. A las 21.30, puntual, se encendieron las tres pantallas, una central de 18 x 10 y dos laterales de 9 x 9 metros, y se largó un audiovisual. Unas barras blancas que se prolongaban como tirantes de construcción o como líneas puntuadas divisorias de los carriles ruteros, se expandían en blanco y negro para rodear casonas y negocios locales de New Jersey, para luego llegar a estos lares, los barrios de Versailles y Liniers, hasta llegar al Estadio José Amalfitani de Vélez Sarsfield y posteriormente el escenario. En ese momento apareció el hombre de la noche para cantar sobre los acordes de «This house is not for sale», el primer corte de su más reciente disco homónimo de 2016.
Con dos horas y media exactas y cronometradas de show, el frontman de 55 años se convirtió en protagonista indiscutido de la velada y llevó al extremo su garganta para alcanzar, de una forma muy lograda, los tonos más difíciles de aquellas memorables e intrincadas canciones de la década del ochenta, cuando el glam metal pedía gritos y melodías elaboradas para acompañar las guitarras fuertes. Su performance fue in crescendo para lograr el climax en «It’s my life». Luego el viento y el frio de Buenos Aires pareció haberlo afectado hacia el final, con pañuelo al cuello incluido.
Los siete músicos en escena prácticamente no desentonaron. Con los fundadores Tico Torres en batería, Dave Bryan en teclados y el histórico Hugh McDonald (bajista estable desde 1994), sumados a Phil X en guitarra (ya desde hace dos giras reemplazando a Richie Sambora), un sorprendente John Shanks (guitarra rítmica) y el percusionista Everett Bradley, se completó una amalgama que defiende bien los colores de Bon Jovi para esta gira y mejora notablemente las presentaciones de los discos predecesores. Ya no se siente el golpe de puño de Richie.
De principio al fin hubo momentos altos y álgidos en la noche: primero con «Runaway» casi al incio, luego con el archicantado «You give love a bad name», la potente declaración de principios «We don’t run»(del disco anterior), y «Wanted dead or alive» (¿Hay algún cowboy por aqui?», se preguntó Jon segundos antes de los acordes de apertura), el pegadizo «God Bless this mess» como grito de guerra post-Sambora, y casi al final con «Bad medicine».
Jon nos trajo canciones de prácticamente todos sus discos, pero sobre todo los clásicos para el deleite de sus fans más ortodoxos: 4 temas de Slippery When Wet (1986) y otros cuarto tracks de «New Jersey» (1989), para asegurar una fiesta con matices pero sin fisuras. Quizás el punto mas flaco de la noche fue una versión acústica de «Someday I’ll be saturday night» a un ritmo y cadencia diferentes, al que le continuó una versión extensa de «Bed of roses» que contuvo algunas partes incomprensibles en español, fruto de aquella de versión de «Cama de rosas».
Los bises, al regreso del obligado apagón y amague de retirada, no tuvieron desperdicio y terminaron de pagar la entrada: «In these arms», «I’ll be there for you» y «Livin’ on a prayer» como triada ochentosa de la época «hair metal», y hermosas versiones de los hits noventosos «Keep the Faith» y «These days», álbumes que re definieron el futuro de la banda hace ya más de dos décadas.
John Francis Bongiovi Jr. volvió a Buenos Aires, desplegó su sonrisa cuantas veces pudo, tocó los clásicos infaltables, esforzó su voz como ameritaba la situación a pesar del show venidero en Río, presentó un espectáculo de luces e imagen muy acorde a la gráfica y estética del nuevo álbum, se portó de maravillas con el público a quien abrazó en «Lay your hands on me» y con quien «chocó los cinco» gracias a la pasarela prolijamente prevista (recorrió el escenario cual predicador y deslizó un «Hermanos y hermanas, estamos para celebrar la vida»), innovó con una cámara que lo tomaba desde el escenario para quedar de espaldas al público y así permitirse ser el showman de siempre, y dijo que nos extrañaba a pesar de haber venido hace poco. Le creemos.
by Javier Vidal
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