Vamos gente, hoy tenemos que saltar
“¿Están todos bien? ¿La birra está fría?”. Eso preguntó el querido Walter Meza luego de haber sonado los primeros temas, pero no nos apresuremos tanto; para llegar a esta instancia tenemos que agarrar el Delorean metalero y retroceder apenas unas horas en el tiempo. Destino: Zadar Club (Av. Mitre 6675).
Cuando todo era todavía incertidumbre, Moter Fiaker (no hay error de tipeo) recibió al público de Zadar a fuerza de gritos ensordecedores, una batería que parecía irrompible y, paradójicamente, ganas de romper todo. Estos muchachos, si bien tienen rodaje desde hace tiempo, están arrancando recién ahora con una formación estable y ya tienen cocinados unos cuantos temas; atenti al luppo. Más tarde subió Leprosario, conjunto que viene consolidándose como uno de los más crudos exponentes del metal local con una pesada voz, un batero con doce dedos en vez de diez y un violero que para qué te cuento. Para que te hagas una idea, el joven es hijo de Jose Gonzalez, guitarrista de El Motor, quien capturó todos los momentos del show cámara en mano mediante. Un poquito orgulloso nada más el don…
Cuando la gente de Nehuén subió al escenario, un par se refregaron los ojos. “¿Ese no es Ricardo?”, se preguntaron algunos. Y es que su bajista presenta muchas características parecidas a uno de los máximos exponentes del metal argento; pero ojo, no se crean son una banda tributo: Nehuén tiene mucho y gran material propio, el cual estuvieron promocionando durante el show tanto arriba del escenario como abajo, en el que habían unos cuantos CD’s para todos los curiosos. Sed de Sangre dio los últimos achaques a una noche que hasta el momento había sido bien pesada, y en el que además otorgaron un componente esencial: el pogo. Su cantante invitó durante todo el set a que sus fieles se chocaran las cabezas unos contra otros, cual autitos chocadores, para que no faltara un moretón con el que volver a casa de recuerdo. El público ya hervía de ganas y no podía más de la emoción.
Zadar se oscureció…para luego iluminarse de vuelta. “Punto Final” estaba entrando por los ojos (y los oídos) del público. En el mismo se mechaban escenas de los muchachos, mujeres con vestido blanco, bebés de juguete, sangre y criaturas que parecen salidas del Inframundo, todo en un blanco y negro que derivó en una combinación explosiva. Aplausos, chiflidos y algún que otro celular encendido; era la calma antes de la tormenta, el momento se acercaba… Hasta que todo reventó: Zadar pasó a convertirse en un océano de empujones, piñas y fiesta. El “Gordo” no se olvidó ni de pedir un aplauso para Zadar ni para las bandas soporte “que no son soporte porque dentro de muy poco van a ocupar el lugar de Horcas, de Malón, de Almafuerte”, según sus palabras. Por supuesto, además de “Por Tu Honor” no pudieron faltar los viejos y queridos clásicos, aquellos que la gente siempre pide y que no pueden faltar. “Mano Dura”, , “Vencer” (no volaron los espejos de Zadar de milagro) y “Sangre Fría” fueron algunos de los que decoraron la escena. Cada integrante tuvo momento para un solo, para hablar un poco con el público o mismo molestar un poco a Walter, quien se mostró divertido en todo momento. Para el final, terminaron “prendiendo fuego” Zadar con la canción “Fuego” (y sí, ¿con cuál otra sino?), para finalizar una gran noche, la última de Horcas en Wilde, al menos por este año. Las sensaciones fueron muchas, nadie se fue con la cabeza vacía: Yacía en ellos el bombo de Guillermo resonando, el bajo del Topo repiqueteando en los dedos, los acordes de Coria tarareados en la mente, etcétera. Una última imagen: Mitad del show, público completamente en éxtasis. Walter levanta su vaso con cerveza orientándose al público: “Salud, gracias por esta fidelidad”.
[Agradecimientos a Zadar Club, a las bandas soporte y a todo el staff de Horcas por la nota otorgada]