Once años después de su despedida de Argentina, La Ley regresó a los escenarios de Buenos Aires con un show demoledor. A las 20.55 se abrió el telón del Teatro Vorterix (Av. Federico Lacroze 3455) y comenzó a sonar “El borde”, incluido en el flamante ‘Adaptación’, primer disco de estudio del grupo en trece años.
La banda –que se separó en 2005 y retornó a la actividad musical en 2014- está conformada por Beto Cuevas (voz líder y guitarrista ocasional), Pedro Frugone (guitarrista principal) y el baterista Mauricio Clavería. El combo que lleva adelante el Adaptación World Tour se completa con el mexicano David López Chirino en bajo, en calidad de músico invitado.
“Ayer tuvimos una noche muy mágica, vamos a ver si hoy también”, saludó el cantante. “Tejedores de ilusión” y “Prisioneros de la piel”, dos de los clásicos más antiguos del grupo, pusieron a saltar y a bailar a todo el teatro. Cuevas se calzó la guitarra electroacústica para otra de las nuevas, “Reino de la verdad”, a la que le siguió “Hombre”. La primera de las sorpresas en cuanto a la lista de temas llegó con “Fotofobia”, track incluido en el álbum ‘Vértigo’, placa que la banda suele pasar por alto en sus conciertos. Para esta canción, Beto lució un saco con luces, un pañuelo negro en el cuello y gafas parecidas a las que usaba Bono de U2 en el Zoo TV Tour.
“Ahora vamos a hacer una canción que ayer no hicimos, un pequeño extra para ustedes” dijo Cuevas, antes del comienzo de “Eternidad”. “Estamos repasando toda nuestra carrera, y también canciones nuevas, como la que sigue, que se llama ‘Ya no estás’”, aclaró. El teatro estuvo colmado de gente de todas las edades, fans históricos y otros más jóvenes, quizá atraídos por el sonido 2016 del grupo chileno. Su propuesta sonora es hoy más pop que lo que supo ser, pero siempre apuntalada por canciones directas muy, muy bien producidas. La invitada de la noche fue María Florencia Silva, cantante y guitarrista de Flor y los Astrológicos, que se sumó a la banda para una versión excelente de “Paraíso”, canción perteneciente al álbum ‘Uno’, de 2000.
“Para esta próxima canción quiero que enciendan sus linternas y pidan un deseo de todo corazón”, pidió Beto antes de “Fuera de mí”. Luego de “Intenta amar”, llegaron más rarezas/rescates de los viejos discos de la banda. Dos del álbum ‘Invisible’ (1995) sonaron pegados: “1800 Dual” y “Fausto”. En este último Beto utilizó un megáfono para cantar algunas líneas y para hacer sonar su sirena en varias oportunidades.
Llegando al final sonó quizás su canción más conocida: “Aquí”, y todo el teatro la cantó a los gritos. A esta altura, habían pasado dieciocho canciones en un estupendo mix que conjugó presente y pasado. Pero aún quedaba más La Ley.
“Child”, la última nueva de la noche, dio el puntapié inicial a los bises. En esta canción Cuevas reconfirmó lo que ya estaba claro: es un grandísimo cantante, con una voz privilegiada siempre puesta al servicio de las canciones. Pocos vocalistas pueden cantar con la naturalidad y precisión con la que lo hace el chileno. Mención aparte para Mauricio, el baterista, que cumplió su rol con creces y es el motor rítmico indiscutido del grupo. Pedro, el guitarrista, aporta fineza y crudeza según requiera la situación. Su apoyo melódico equilibra los distintos climas de las canciones.
Dos clásicos más, “Mentira” –interrumpida unos minutos por el desmayo de una fan que rápidamente fue asistida por los médicos- y “Día cero”, llegaron antes del final definitivo con “El duelo”. Así, La Ley se despidió con uno de sus himnos. En el aire se notó que el disfrute que tiñó el reencuentro definitivo se vivió en partes iguales arriba y abajo del escenario.
by Agustín Piermattei
@guspiermattei
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