Monsters Of Rock 2015: Ozzy Osbourne

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Cuando la multitud miraba sus relojes y se preguntaban cuando seguiría el festival, una voz se escuchó en lo alto del escenario. Una voz que, siguiendo el ritmo del “Olé olé olé olé”, dejó a que la gente responda: “¡Ozzy, Ozzy!”. “¡Cu-cú!” respondió el escenario, y de nuevo arrancó la locura. Ozzy Osbourne, uno de los creadores del heavy metal, volvía a pisar Buenos Aires y seguía tan loco como siempre.

Hablando mucho con el público, hizo saber su alegría por estar allí arengando, saltando y vivando al público para que se vuelva tan desquiciado como él. Mirando todos a la Luna llena, fue “Bark at the Moon” el himno que dio comienzo a la misa final del Monsters Of Rock 2015, en el que ya habían pasado algunas de las bandas más importantes dentro del metal nacional y dos de los conjuntos más importantes a nivel mundial: Motörhead y Judas Priest nada menos. No se puede pedir que Ozzy tenga un registro vocal impecable (no se considera a sí mismo un eximio cantante), pero sus ganas de rockear, sus juegos arriba del escenario y sobretodo la historia que lleva tras sus sexagenarios hombros lo hacen sin duda uno de los frontman más importantes e influyentes sobre el planeta.

No le importó un corno el frío, y menos le importó a la multitud cuando con “Mr. Crowley” Ozzy soltó su típico manguerazo de espuma, embardunando a público y fotógrafos por igual. Gus G se encontraba, al igual que el resto de los integrantes, realmente fascinado con el público argentino; relación recíproca que se reflejó en las numerosas muestras de admiración como “¡Genio!”, “¡Ídolo!” y similares, sobretodo a la hora de los solos, por supuesto.  Luego, “I Don’t Know”, primer tema del primer CD de la etapa solista de John Michael Osbourne, devino en el tercer grito de la noche.

Y sí, si canta Ozzy no pueden faltar temas de Black Sabbath mechaditos por ahí: “Fairies Wear Boots” fue el primero. Más adelante, cuando había pasado “Suicide Solution” (polémico tema que salió también en Blizzard Of Ozz) y “Road To Nowhere”, “War Pigs” fue otra de las creaciones de los Padrinos del Heavy Metal que apisonó varias cabezas a lo largo y a lo ancho de la Ciudad del Rock.

Ya sé que muchos de los temas de esa noche fueron de los 80, pero si querías un viaje directo hacia esa época sin escalas bastaba solamente con “Shot In The Dark”, uno de los éxitos de The Ultimate Sin (1986) más pedidos antes de cada presentación del Madman y que esa noche no había sido la excepción. Nos estábamos quedando en esa época cuando de repente volvimos a viajar en el tiempo y nos fuimos por un ratito al álbum Paranoid (1970), pero en este caso dejando que Ozzy se tomara un descanso y se lucieran sus músicos con Rat Salad.

Renovado volvió el Príncipe (¿habrá picado algún murciélago?) y se dispuso definitivamente a dejar de rodillas a Buenos Aires con una espectacular versión de “Iron Man”, generando que el público saltara al ritmo de la oscura melodía y por ende provocando un lógico terremoto de metal. Con sus ojos delineados y su sonrisa un tanto macabra, Ozzy agradecía.

“I Don’t Want To Change The World”, tema que ganó un Grammy en el año 1994, fue el antepenúltimo de la lista de la noche, en el que ya la gente suspiraba y esperaba lo inevitable. Y así fue, luego de que Ozzy anunciara que el último tema de la noche iba a ser “Crazy Train”, las decenas de miles de fans tomaron carrera para sumergirse ante los primeros acordes en ese abrazo fraternal tan particular y a veces tan temido llamado pogo.

Las luces se atenuaron. Todos empezaban a mirar para todos lados. ¿Ya había terminado? No podía ser, si faltaba todavía la frutilla del postre. ¡Pero claro! ¿Cómo no iba a faltar? Micrófono en mano, Ozzy sentenció: “Okey, one more song!”, En segundos, esas palabras se convirtieron en un cantito de guerra por parte del público. “¡One more song! ¡One more song!” repitieron una y otra vez. Querían más de ese británico del tomate, no podían irse así sin más. La guitarra habló por sí sola. El inconfundible riff de “Paranoid” abría la canción, y la letra de esa tonada salida casi por casualidad hace más de cuarenta años sonaba una vez más en tierras argentinas, y así se iba terminando la noche. No importó si Ozzy se olvidó la letra en más de una ocasión. No importó el frío, no importó el viento  ni llenarse de espuma de pies a cabeza. El aguante es parte fundamental del heavy metal. Y Ozzy Osbourne también.

by Lucas Boltrino

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