Not In This Lifetime, Gunners!

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Llegó el ansiado viernes 4 de Noviembre de 2016. Tuvieron que pasar 23 años, 3 meses y 16 días para dejar atrás aquella última presentación en el estadio de River Plate del 17 de Julio de 1993, donde los Guns ‘n’ Roses con su formación original pasaron por nuestro país con la gira “Skin N Bones Tour”. Esa fecha, marcaría el final de un ciclo increíblemente exitoso.

La mística de Gunner en nuestras tierras se construyó gracias a su ansiada y escandalosa visita del año 1992, durante la gira “Use Your Illusion World Tour”. Por aquel entonces, el fanatismo casi histérico del público adolescente tomó por sorpresa a propios y extraños. El repudio marcado de la aristocracia política de turno no tardó en llegar y el por entonces Presidente Carlos Menem los tildó de forajidos. Incluso, desde la vereda clerical dijeron: «los Guns ‘n’ Roses necesitan un tratamiento psicológico muy serio y profundo». En ese contexto Cyntia Tallarico, una fan de 16 años a la que le prohibieron concurrir al recital se suicidaba en su habitación. A todo esto, Axl tuvo que declarar en los medios que la banda sólo llegaba para hacer rock y disfrutar de la noche con sus fans. Para ese entonces, el caldo de cultivo era el mejor escenario que esta agrupación de hard rock pudiera imaginar: La iglesia, la dirigencia polìticia, las fuerzas de seguridad y los padres más ortodoxos estaban en contra de la visita.

 

 

Casi 24 años después se lo consultó a Axl Rose sobre la posibilidad de una nueva reunión con Slash y, este se despachó con una lapidaria frase: «eso no ocurrirá en esta vida». Por fortuna no fué así y la frase quedaría inmortalizada en el nombre de su tercera gira por Sudamérica, “Not In This Lifetime”, con escalas en Brasil, Colombia, Costa Rica, México, Perú, Chile y por supuesto Argentina. Su primer show fue en el estadio de Rosario Central el miércoles 2 y culminó con otros dos en el Antonio Vespucio Liberti de Núñez, el viernes 4 y sábado 5 de Noviembre.

Con casi una hora de demora para salir a escena, la ansiedad se respiraba en el aire y las vallas de contención del «campo vip» colapsaron. De pronto, se apagaron las luces del estadio y sonó la cortina de los “Looney Toons” en una posible búsqueda de recrear aquella «fantasía animada de ayer y hoy». Salieron a escena Axl, Slash y Duff McKagan (tres de sus miembros originales), y quienes se sumaron para esta gira: Dizzy Reed (tecladista que tuvo su paso por el grupo anteriormente), el guitarrista rítmico Richard Fortus (de look símil al ex violero Izzy Stradlin), Frank Ferrer en batería, y Melissa Reese en sintetizadores, pistas y efectos. En cuanto a los históricos, Steven Adler fue el baterista invitado en cada uno de estos shows, y Stradlin, Matt Sorum y Gilby Clarcke no formaron parte de la reunión. La noche permitió prestarse a un juego experimental entre el público y la banda: pensar que ayer es hoy y suprimir la diferencias para disfrutar de la magia, la estética, la nostalgia, la mística y la música. Aquel que pretendía exigirle a Axl fuertes agudos y un serpenteo pélvico incansable, se verá obligado a viajar con el “DeLorean” a 1993 ó resignarse a acompañar la tónica actual del grupo con sus antiguos recuerdos.

Todo comenzó con “It’s So Easy” y “Mr. Brownstone”, dos de los tres temas habituales con los que abren sus shows; el otro de la triada, “Nightrain”, quedaría esta vez para el cierre de la velada. No tardó en llegar “Welcome to the Jungle”, tema con el que se encendió la llama sagrada del delirio y el agite. Llegarían luego “Better” y “Chinese Democracy” parte del álbum que encaró Axl sin ningún miembro original. Los clásicos covers tampoco faltaron: “Voodoo Child” de Hendrix como intro de “Civil War” y “Layla” de Clapton en la previa de “November Rain”. Dos puntos altos fueron la versión instrumental de “Wish You Were Here” de Pink Floyd, donde comulgaron las guitarras de Slash y Fortus, y el tradicional “Speak Softly Love” de Nino Rota (el clásico soundtrack de “El Padrino”) en manos de un inspirado Slash para introducir “Sweet Child O’ Mine” para el delirio de los presentes. Sería injusto no men
cionar a “Attitude”, el momento como vocalista de Duff McKagan, donde expuso su esgnr-argpíritu siempre joven y de liderazgo. Luego, “Out Ta Get Me” marcó el regreso de Steven Adler a la batería para reemplazar momentáneamente a Ferrer. Pocas veces vimos a un músico tan emocionado por volver a estar en el lugar que ama. La ovación del público no lo dejaba retirarse.

Luego de casi 3 horas de show y 24 temas, cerraron la noche con un rabioso “Paradise City” para que los fanáticos puedan irse saciados de clásicos Gunner; que muchos no conocían en vivo y, a tantos otros, nos perturbaba la posibilidad de que los recuerdos se diluyan.

 

by Pablo Catucci & Javi Vidal

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